miércoles, 9 de diciembre de 2009

Imputados

Si uno tira de enciclopedia, encuentra que la palabra se divide en el prefijo IM, adentro o dentro de, y PUTADO (fea palabra), es decir, considerar ponerlo en cuenta de. Todo junto viene a ser que podrías (siempre en condicional) estar implicado hasta el tuétano en un asunto chungo. Pero hasta llegar ahí, el imputado mantiene su presunción de inocencia hasta que no haya una sentencia en su contra.
Todo esto no sirve de nada cuando el imputado luce carnet político en la boca. Si el imputado pertenece al partido X, el partido Y (y su diario afín) dirá que es una vergüenza para sus abuelas, que ya se drogaba con Colacao de pequeño y que intentó abusar de varias ovejas antes de trincar pasta a base de corrupción urbanística, sobornos y tráficos de influencias varios. Si por el contrario el sospechoso es de nuestro partido siempre diremos (junto a nuestra cabecera destructora de referencia) que confíamos en su presunción de inocencia, que debemos estar a su lado como él lo estuvo al nuestro, que hemos de dejar que la justicia haga su trabajo y que, en cualquier caso, ya le llevaremos la lima al trullo. Ya lo dijo Einstein... ¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.

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