miércoles, 29 de julio de 2009

Aznar no asume

Vamos a reconocerlo. Tiene unos abdominales envidiables. Pero Él, Aznar, (o Ansar para Bush) no asume. No asumió que era un mindundi en la esfera mundial, por mucho que pusiera los pies en no sé qué mesa de no sé qué rancho. Aunque apareciera en la foto de Las Azores para figurar, sin pinchar ni cortar. Sólo para hacer bulto. Tampoco asumió su derrota electoral culpando de la misma a una confabulación en su contra a base de SMS, mochilas y teorías conspiratorias. Y ahora, sigue sin asumir que no le llamaron a filas de la raza aria que tanto impulsó otro bigotudo con delirios de grandeza. Su comportamiento le delata. Un día se convenció ante el espejo de que era sexy y ahí se quedó anclado. Hace falta saber quién y por qué. ¿Fue Ana Botella? ¿La erótica del poder? ¿Los piropos de las militantes en plena efervescencia mitinera? ¿O los rumores de affairs con ministras francesas o actrices españolas? Sea lo que fuere, consigue que la caspa tome protagonismo por unos minutos y que nos recuerde que cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor.

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