jueves, 30 de julio de 2009

¡CUIDADO, PERRO PELIGROSO!

En teoría, la rueda de prensa es el bromuro del periodismo. A la práctica, es un juego de tenis decla-contradecla que pone palotes a muchos políticos y facilita el trabajo de los plumillas. Es un juego rápido, sencillo y limpio hasta que aparece alguien que se sale del guión. Aunque sólo sea porque haya llegado tarde y necesite los segundos del corte oficial que añadir a su minuto de oro (sobre todo en radio y televisión). Todo eso tiene un pase. Pero pobre de tí que te excedas en tus funciones de correveidile. Ojo con incomodar al ministro de turno u obligarle a reformular mentalmente el mensaje tan bien aprendido. ¡Podría contradecirse con lo dicho en rueda de prensa oficial! Nada, todos tranquilos. Para eso está la figura del jefe de prensa. El amable enlace con cara de rottweiler que actua de puente entre las dos partes. Ese pitbull que antes estuvo del otro lado y que ahora nos allana el camino siempre que andemos por la senda que le marcan, o que se automarca hasta el exceso. Si somos buenos, comerá de nuestra mano. Si no, ¡cuidado, perro peligroso!

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