domingo, 26 de julio de 2009

Sectas de gimnasio

Para muchos, enfundarse unas mallas y darlo todo sobre una bicicleta es algo más que hacer deporte. El cycling es un ritual. Una religión. Hasta una obsesión...
Hay quien incluso lo lleva al terreno de la adoración y esos son los peligrosos. Son los que ven en su monitor al Gran Mesías. Todos embutidos en lycra, acompasados, le ríen las gracias a su predicador con micrófono a lo Madonna. Si el grita uuuoooh, ellos le siguen uuuoooh. Ni una h más ni una menos. Si él/ella disfruta con la canción de turno, ellos más. Si sonríe cual presentador de turno, ellos se deshacen... Le quieren más que a su perro.
La ceremonia continua tras la clase. Los discípulos le siguen por todo el gym, lo acorralan, le inquieren sobre su vida personal, se solidarizan con sus lesiones, comparten dietas y perdonan una mala sesión, que un mal día lo tiene cualquiera. Si viene un sustituto, le amargan hasta la extenuación. Que quede claro que como su Dios no hay nadie.
El verano es traumático para todos. Hay atrevidos que cambian su destino de vacaciones esperando cruzarse con su monitor en la playa. Por si acaso, antes, el mesías es agasajado a regalos. El final de curso es una competición por demostrar quien le quiere más. Pero tranquilos. La secta vuelve a abrir en septiembre.

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