domingo, 2 de agosto de 2009

¡Al rico desguace!

La crisis y los achaques de mi coche han abierto ante mí las puertas de un submundo: el de los desguaces. Los hay razonablemente ordenados y hasta limpios, regentados por personal que podría aparecer en cualquier concesionario oficial. Y luego están los otros, los 5 estrellas. El caos reina esos mugrientos cementerios de basura metálica y amasijos de hierro con un staff acorde al lugar. Nada más llegar (¿a Marrakesch?) un marroquí harapiento se ofrece como cicerone en busca la comisión: ¿Qui nesesitas? Cuando le ignoras y das cuatro pasos tú mismo topas con el jefe de turno. Puede que preguntes a un cabeza pelada con pecho descubierto, gafas estilo Cobra, tatuajes y un supuesto pasado turbio. Quizás sea un cejijunto con más grasa que una croqueta de chapapote. O bien te encuentras a la señora Chatarra. Esa que luce maquillaje a lo Mairena, palillo juguetón entre los labios y una voz de cazalla que te dice que no tiene lo que buscas mientras te muestra su sonrisa de piano. Pese a todo, no os dejéis llevar por la imagen. Ni bancos, ni subvenciones, ni planes gubernamentales. Nadie como ellos está haciendo tanto por el reciclaje, la reinserción laboral y el estímulo del consumo. Estas vacaciones, no lo dudes, visita tu desguace más próximo.

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