No quería insistir pero me obligan. Hace ahora casi un año, Ramon Melendi Espina la armó como un campeón en un vuelo de Madrid a México. Iba mamao hasta las trancas y la lió como una auténtica estrella de rock, de rumba, o de lo que sea.
Sí, señor, con dos cojones. Para crearse una leyenda y llenar escenarios hay que comportarse como un gañán y un descerebrado. Pues bien, ahora, que tiene que volver a vender el producto, va y se le encoge. Se corta la coleta (o la rasta), cambia de estilo, se amilana y dice que el incidente aéreo le cambió y que se ha convertido en un monje budista. No, Melendi, no, error. Game over. Hay que seguir destrozando habitaciones de hotel como Guns'n'Roses, darse a la fuga en un accidente como Britney Spears o tirar los fideos a la boloñesa contra las paredes de una suite como Amy Winehouse.
Ahora vendrá aquello de que es su disco más maduro, que paga su IRPF y que siempre quiso ser un niño de San Ildefonso. ¿Qué va a ser de nosotros? Primero los heavys y ahora tú. ¡Si es que no ganamos para disgustos!
PD- ¿No se parece cada vez más a Sayid de Lost?
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